MEMORIAS DE UNA CHAMA
ROSA. Tengo un problema de amor y dieta. Al comienzo, fue porque quería bajar de peso. Usted, sabe, debido a la pandemia, casi no salimos de casa y la falta de movilidad empieza a pasar factura con unos kilitos demás. Entonces, me propuse hacer dieta y allí fue que regularmente iba a comprar pollo a una tienda que hay cerca de mi casa:
El vendedor es un hombre joven con un hijo, bien formado y de carácter amable. Como toda mujer casada yo iba, compraba mi pollo y siempre él, me recibía con alguna coquetería, ¿pierna o pecho? ¿le gusta pecho simple o doble pechuga?, caserita, le obsequio el corazón y la rabadilla para una buena sopa», me decía
Pensé que era solo su estrategia de venta, pero su sonrisa y ese cuerpo bien trabajado, hizo que le siguiera la jugada. Vecino, me gusta la pierna, pero esta vez mato por una pechuga firme. Dame gallina tierna y agrégale una entrepierna jugosa.
Tanta confianza, un día me invitó a salir y luego de unos tragos terminamos en el telo. Allí descubrí que era como me lo había imaginado. Tierno y cariñoso. Accede a todos mis caprichos en la cama. Le encanta que le hable al oído cositas sucias.
Doctora, sé que arriesgo el pellejo saliendo con el vendedor de aves. Pese a que tomamos todos los cuidados, el diablo tienta y en algún momento podemos perder. ¿Qué hago? Por un lado, me gusta salir con él, pero sé que haciéndole el amor no solo me pongo en riesgo yo, sino toda mi familia. La dieta ha dado resultados, pero he terminado empiernado con el pollero.
MI CONSEJO
El que mal empieza mal acaba, por una ilusión perderás a tu marido y a tu familia. Vaya a comer pescado y cómprele a otro casero. Porque, así como vamos vas a terminar con todo el mercado!