IMÁGENES QUE MOSTRÓ LA NASA ESCONDE UN OSCURO SECRETO. ESPECIALISTA JAIME ANTEZANA OPINA AL RESPECTO
El Perú, país rico, país hermoso, país saqueado. En enero, la NASA publicó unas fotografías, unas serpentinas que recorren la selva amazónica, que desde el espacio se ven como unos ‘Ríos de oro’, que causaron enorme sorpresa en el mundo entero. Sin embargo, quedó claro luego que no todo lo que brilla es oro.
Desde la Tierra, la realidad es más estremecedora y preocupante. Las imágenes captadas por la NASA revelan el alcance de una cruda realidad: la deforestación a mansalva realizada por la minería ilegal.
LLAMADA DE ALERTA
Las imágenes tomadas por un astronauta de la Estación Espacial Internacional encienden una nueva alerta para que el Estado peruano revise sus políticas de control sobre las actividades extractivas que destruyen el medio ambiente.
«Cada pozo está rodeado por áreas sin vegetación con escombros fangosos. Estas extensiones deforestadas siguen el curso de ríos antiguos que depositaron sedimentos, incluido el oro», dice la agencia estadounidense.
MINERÍA INFORMAL E ILEGAL
El especialista en temas de narcotráfico, Jaime Antezana, precisa la enorme diferencia entre la minería informal y la ilegal, términos que muchas veces son confundidos. “La minería informal, es la llamada artesanal, la que no contamina mucho, y no usa muchos químicos, es la minería en baja escala; mientras que la ilegal usa maquinaria, es depredadora y atenta contra el medio ambiente. Y lamentablemente, la que más crece es la minería ilegal”.
Precisamente, las imágenes publicadas por la NASA han permitido conocer directamente el drama que se está viviendo en esta región del sur de Perú. Miles de mineros actúan con total impunidad tratando de encontrar oro, y el gran problema es que, para encontrarlo, utilizan grandes cantidades de mercurio que están vertiendo sobre el terreno.
“La minería ilegal cubre gran parte del territorio nacional, y Madre de Dios ha sido su zona predilecta, pero no es la única. En Amazonas hay minería ilegal; en Cajamarca también hay zonas de minería ilegal; en Piura, la zona de Tambo Grande, Huancabamba; en Loreto, etc. Es decir, no hay lugar en donde la minería ilegal no haya crecido”, afirma Antezana.
PELIGRO EN EL AMAZONAS
El 2020 fue un año donde los aumentos del precio del oro y la demanda de otros minerales colaboró en expandir estas ‘zonas de sacrificio’, con severos impactos ambientales y grandes perjuicios para las comunidades indígenas.
World Resources Institute (WRI) hizo un análisis geoespacial de todo el Amazonas, conocido como ‘el pulmón del planeta’, cuya región es compartida por varios países. De esta forma, en octubre del año pasado estimó cómo afecta la minería a gran escala y la ilegal en los territorios donde habitan los pueblos originarios: «Cubre más del 20% de las tierras indígenas, poniendo en peligro a cientos de comunidades y ecosistemas críticos en 450.000 kilómetros cuadrados», se lee en el análisis.
Este multimillonario negocio extractivo, donde las poblaciones locales solo ven migajas, «está contaminando al menos 30 ríos amazónicos» de diversas naciones, añade el documento.
¿Y EL ESTADO? BIEN, GRACIAS
La organización Global Forest Watch, dedicada al monitoreo forestal, advierte que en esa región amazónica del Perú se registró la pérdida de 188.000 hectáreas de bosque primario húmedo entre 2002 y 2019, lo que representa una disminución del 2,3 %. “Están destruyendo al país”, lamenta Jaime Antezana.
Pero ante esta situación, el Estado peruano no tiene un pronunciamiento, y más bien mantiene un silencio cómplice, que se traduce en incapacidad para afrontar esta lacra de la minería informal.
“Lo que hace el Estado, son operaciones, especialmente en Madre de Dios, con el ejercito peruano, de fuerzas combinadas, pero con una lógica puramente represiva. No existe una política de Estado para combatir la ilegalidad de la minería. Cada vez que hay un escándalo en la zona de Madre de Dios, se realizan operativos, pero nada más”, sostiene el especialista.
DEPREDACIÓN
WRI alerta que, desde el 2000 al 2015, los territorios aborígenes invadidos por la minería tuvieron mayor pérdida de cobertura arbórea que aquellos lugares sin la actividad extractiva. «En Bolivia, Ecuador y Perú, por ejemplo, la pérdida de bosques fue al menos tres veces mayor en los territorios indígenas con operaciones mineras, tanto legales como ilegales, que en los que no; y de una a dos veces mayor en Colombia y Venezuela», advirtieron.